martes, 14 de abril de 2009

El anuncio de la resurrección del Señor ilumina las zonas oscuras del mundo
en que vivimos. Me refiero particularmente al materialismo y al nihilismo, a
esa visión del mundo que no logra trascender lo que es constatable
experimentalmente, y se abate desconsolada en un sentimiento de la nada, que
sería la meta definitiva de la existencia humana.

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