Si supieras de la lucha que emprendí,
La mañana aquella en que me sorprendí,
Cuando tu mano vino la mía a acariciar,
Cuando la tormenta me dejó avistar,
Cada verso no dicho, cada abrazo enviado,
Y las melodías esas que en la distancia denotan
Los suspiros narrados, las preguntas rotas,
Los esfuerzos más grandes y la entrega que brota
Del corazón que anhela,
De la garganta que implora,
Que los muros se caigan
Y que las flores…
Sigan siendo silvestres,
Antes de convertirse en rosas…
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