miércoles, 18 de junio de 2008

¡GRACIAS!

Es tanta la alegría que llevo
que no quiero perderla,
aunque sé que debo...

Es tanta la alegría ligera,
¡de esas que tampoco pesan!

Es tanta la alegría que siento,
que quiero abrazarla,
y permanecerla queriendo...

Pero sé que no es total y quiero Señor
experimentar junto a ella
ese dolor inefable que me recuerda
el momento
en que en la Cruz clamaste,
con el dolor hablante...

Señor, te agradezco todo este tiempo
de inesperadas alegrías.

Y acerco mi corazón al tuyo,
en espera de las grandes bendiciones
que tu Amor ha de traerme,
haciéndome saber que en la alegría,
también se es santo...
¡Cuando en el dolor se espera!

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